TCO = Total Cost of Ownership, se traduce en muchas ocasiones como coste total de propiedad (de un bien), traducción que resulta un tanto problemática en un momento en el que el pago por uso tiene una penetración muy relevante y creciente en este (el del automóvil) y otros mercados.
Una traducción más adecuada es la de coste total de posesión, dado que esta no implica, necesariamente, la titularidad del bien.
Sin embargo, este término pretende englobar todos los gastos asociados a la posesión y uso del bien en cuestión (en nuestro caso, vehículos), lo que permite una comparativa entre alternativas con diferentes tecnologías y, por tanto, diferentes costes asociados.
El TCO engloba todos los gastos asociados a la posesión y uso de un bien
En consecuencia, quizá sería más correcto hablar de TCOU (total cost of ownership and usage) por ejemplo, pero tampoco hay necesidad de ser tan tiquismiquis…
Lo importante del tema es entender que el coste de poseer (y usar), en este caso, un vehículo, no es sólo el pago de la cuota de renting, leasing o crédito, sino también todos los gastos relacionados con su uso (la energía necesaria para moverlo, estacionamientos, peajes…, y, salvo que se trate de un renting o similar, su mantenimiento, seguro, reparaciones , etc.), y estos pueden variar (y mucho) de un tipo de vehículo a otro.
Aunque la compra la vayas a realizar al contado, también puedes recurrir al TCO igualmente.
A efectos del cálculo, puedes hacer lo siguiente:
Si el coche pretendes mantenerlo contigo 8 años, por ejemplo, lo suyo sería averiguar su valor residual al cabo de esos 8 años (en el contexto actual, sin DeLorean o similares 👉🏼🔮, no es misión sencilla…), descontárselo del precio de compra y dividir el resultado entre el n° de meses (En este caso, 8×12 = 96 meses)
Una vez tenemos esta cuota mensual «virtual», deberemos sumarle todos los gastos mensuales mencionados anteriormente.
Como decía al principio, esto es aplicable a muchos otros mercados, como, por ejemplo, el inmobiliario.
Imaginad que estamos buscando una vivienda habitual, y dudamos entre un piso céntrico en una gran ciudad y un casoplón en las afueras con piscina y un jardín de 2.000 metros cuadrados.
Según la ciudad de la que se trate, es muy posible que el piso céntrico sea más (incluso bastante más) caro que el casoplón, pero, con toda probabilidad, tendrá unos gastos asociados más reducidos, al no requerir mantenimiento de piscina, ni de jardín, y tener unos gastos de limpieza infinítamente menores.
Así pues, si sumamos la cuota de la hipoteca (o alquiler) y los gastos mensuales de cada una de las alternativas, ya tenemos los TCO listos para poder compararlas e identificar la más económica.
Pues con el automóvil pasa exactamente lo mismo y al calcular el TCO, nos encontramos con que el coche eléctrico viene a ser el piso céntrico, y el de combustión el casoplón en las afueras…
¿Quiere esto decir que el piso céntrico y el coche eléctrico son siempre la opción más económica?
No necesariamente. Dependerá de muchos otros factores como las distancias a recorrer en uno y otro caso para acudir al trabajo, llevar a los niños al colegio, etc., pero lo que sí está claro es que sin un buen análisis de TCO es muy difícil que acabemos tomando la mejor decisión, ya que esta no siempre resulta ser la más obvia.